domingo, 2 de octubre de 2016

Aprendiendo a vivir con calma

El otro día en clase jugamos a un juego muy divertido. La seño sacó un globo y todos sentados en círculo jugamos a pasárnoslo muuuuy deprisa, sin que se nos cayera. Nos reímos un montón. Después nos pidió que nos lo pasáramos despacito, mirando el globo y al amigo que teníamos al lado. Entonces para nuestra sorpresa descubrimos que en el globo había dibujos de coronas, corazones, estrellas, palabras... Y de esta manera aprendimos que aunque hacer cosas deprisa a veces es divertido, esto nos impide fijarnos en pequeños detalles y ser conscientes de lo que hacemos y lo que nos rodea. Y ese va a ser uno de los retos de este año aprender a vivir en calma







Para ayudarnos en esta tarea en la clase tenemos un nuevo espacio que se llama el RINCÓN DE LA CALMA. En el hay varios cojines, imágenes de paisajes, una botella mágica (pincha y descubriréis en que consiste) que cuando la agitas se llena de purpurina, una pelota y un sol blanditos para poder apretar y lo que más nos gusta unas cortinas que lo separan del resto de la clase.



Es un rincón muy especial al que acudimos cuando nos sentimos nerviosos, estamos tristes...pero también nos ha dicho la seño que podemos ir a él cuando queramos estar un rato tranquilos, porque a veces en nuestro día a día necesitamos un momento de parón para poder seguir con nuestro trabajo con fuerzas renovadas. 

Junto a esto también estamos aprendiendo respiraciones que nos ayudan a relajarnos y a parar cuando venimos del recreo, nos hemos enfadado... Durante el mes de Septiembre hemos realizado la respiración del globo, en la cual nuestra tripa se convertía al inspirar en un enorme globo que íbamos deshinchado despacito conforme expulsábamos el aire. Os animamos a realizarla también en casa.

Y no nos podemos olvidar de contaros que la semana pasada pintamos unos dibujos mágicos. Se llaman mándalas, y la seño nos dijo que eran unos dibujos especiales. Y nos explicó tres cosas muy importantes sobre ellos: primero que los podíamos pintar de dentro hacia afuera o de fuera hacia adentro, cada uno cómo quisiera pero fijándonos muy bien en eso. Lo segundo que nos explicó es que podíamos pintarlos cómo quisiéramos pero despacito y sin salirnos y por último que habría una música por lo que si alguien quería hablar debía hacerlo bajito para poder escuchar la canción. Fue un momento muy especial y nos salieron unos mándalas preciosos.